Nada más relajante y acogedor que pasar un fin de semana en Taganga.
Pueblo de pescadores que guarda la estética y las costumbres de aquellos lugares a los que la tecnología aún no ha conquistado. En las calles rústicas caminan todos libremente sin temor de ser embestidos por un choche, es que la vida en este pueblo caribeño tiene esa tranquilidad mágica y ese sabor dulce que los cuentos de García Marquez describen. No por nada este pueblo alberga a la iglesia más antigua de América Latina; las calles respiran historia y susurran memorias por muchos olvidadas.
A un viaje corto en bur de distancia de la ciudad de Santa Marte, es un destino obligatorio para todo aquel que quiera conocer y vivir el caribe colombiano.
¿Arepas? ¿Café? ¿Agua de coco? Delicias que se encuentran al alcance de cualquiera, de las manos de los lugareños con sus puestos ambulantes y su tan característica amabilidad y alegría que se refleja en las amenas conversaciones y el derroche de sonrisas con las que te atienden.
Taganga cuenta con una playa en pleno centro del pueblo, en ella puede uno relajarse y disfrutar de las cálidas aguas del mar Caribe y al atardecer ver el arribo de los botes pescadores cargados de valiosos productos, frescos y puestos a la venta en el mismo lugar de desembarco. Si se desea disfrutar de una playa un poco más tranquila, Playa Grande se encuentra a no más de 15 minutos de caminata o 10 minutos en bote. Es una playa amplia, de arena blanca y aguas calmas.
Y si de atardeceres maravillosos se trata, Taganga tiene las vistas hermosas de sol poniente entre todas las playas colombianas. Rojos y naranjas que se funden como una obra de arte con el azul del mar, una vista de aquellas deja suspirando a cualquiera.
Y si luego de admirar el encantador paisaje tienes ganas de divertirte, Taganga te ofrece varios bares y discotecas en los que el ambiente rumbero y divertido desbordan y contagian alegría a todo aquel que se anime a explorar la vida nocturna en este pequeño refugio costeño.
Taganga te ofrece tranquilidad, naturaleza, hermosos paisajes, compañía amena, sabores inesperados y un ambiente que encanta, ven a comprobarlo, probablemente no te quieras ir.